sábado, 8 de diciembre de 2012


Hacer una pausa
Basilio Martínez
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Regresar a casa con el ánimo desgastado por el andar del día. Hacer una pausa y recostar el espíritu molido por la fatiga sobre el sofá. Recordar el día anterior. Precisar como al igual que en la bombilla eléctrica, la resistencia del placer es vencida por los absurdos tirones que el orden colectivo le ha dispuesto. Tratar de encontrar un momento. Una porción de ausencia en el tiempo. Al menos una bocanada de olvido dispuesta sólo para nosotros, capaz de suspendernos en una burbuja, hasta en tanto no se disuelva con el aire. Recurrir a la instancia más cercana, tomar el control de la televisión e iniciar el <<zapping>>. No detallar lo vivido. No sentir demasiado. No dejarse llevar. Vivir al día. A renglón seguido. Entre paréntesis. Para al final, bajar los brazos inevitablemente. Sentir. Sin hacerlo demasiado obvio. Sentir desde adentro: Una llovizna de alacranes; Un fuego; Un granizo que revienta al tocar fondo; y decir: Te moriste Maestro. Así nada más. Sin citas textuales. No te conocía cuando ya escuchaba a una mujer madura decir que cada vez que leía <<los amorosos>> lloraba. Después, la profunda sencillez de tu palabra se dejó escuchar por mi oído – Todavía no sé en que lugar puedo llorar, sin escucharme reprendido por mi temor a la cursilería – Pero la angustia llega y se sienta en mi pecho para mirarme como se mira el atardecer. Para guardarme compañía. Para decirme que murió Jaime Sabines.
            Mañana, volverá  el amanecer y no habré encendido una vela en tu memoria. Sólo leeré tus versos para convencerme de lo que siempre supe: Aún cuando te has ido, estás más vivo que muchos de los que en el mundo respiran. Volveré entonces a leerte. Así, abrasaré mi alma hasta que el tiempo se agote.

Aquilón: Suplemento con motivo de la Muerte de Jaime Sabines (1999).


Los amorosos callan / 
El amor es el silencio más fino...

viernes, 7 de diciembre de 2012

LENGUA...

Viperina tócame, escúrrete
viva
No hables.

Sostenme húmeda, a caricias
pronúnciame
No hables.

En mis huesos, veneno
relájame
No hables.

Gota de luna, promiscua
acaríciame
pero No hables…

Lengua: Basilio Martínez (1997).


Cirio del Desierto



Sin Título

S/T

Ya    nunca     en     una     superficie   el   tacto
Soy todo lo que está en mi mano:  degradación
del     cuerpo   abolición     de     mis    palabras
semilla sin tierra ahogada
en  un  recuerdo  de  mareas  altas    la materia
se evanesce        degradación       del      cuerpo
Eros       crucificado       en        un       carácter
<< T >>   minúsculo  (times new roman)   signo
evanescente                                           mancha
en         el         corazón         de        un       libro
avinagrado    roce    de    especies    devaluadas
La dimensión del cuerpo
-        insisto –
verdad elemental                           papel efímero
(ausencia de movimiento)



AVE MARINA

En el océano fiero están tus ojos
                                                             todo lo mueve el amor
en tus caricias han roto mil olas
                                                             detrás de todo gran amor la nada acecha
esa cintura de hielo estremece la noche
                                                             todo lo mueve el amor
el coral es el odio más profundo
                                                             detrás de todo gran amor la nada acecha
en tu vientre el volar de las gaviotas
                                                             todo lo mueve el amor
el corazón del mar está en mi pecho
                                                            detrás de todo gran amor la nada acecha
más allá de la línea las rompientes
                                                            todo lo mueve el amor
de agua soy formas en mi memoria


Ave Marina: Basilio Martínez en Menguante (2012) Inédito.


Ran Ortner


De cómo en su lecho de muerte recuerda la batalla que sólo ha podido forjar en sueños

De cómo en su lecho de muerte recuerda  la batalla que sólo ha podido forjar en sueños

A cien pasos del Norte se encuentra el otro sitio
sueño que no descansa
laurel con que corono mi Victoria.


            Sueño causado por el vuelo de una abeja en torno
a una granada un segundo antes de despertar ( 1944)
Salvador Dalí Óleo sobre tabla 51 x 41 cm Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid. Detalle.

Basilio Martínez (2002) en: Papeles del Martes.
Salamanca, España.

martes, 4 de diciembre de 2012

SOBRE LAS RUINAS CIRCULARES O UNA CONMEMORACIÓN DEL DESEO...


Texto leído en el Centro Estatal de las Artes de Baja California con motivo de la presentación del libro referido...


SOBRE LAS RUINAS CIRCULARES O UNA CONMEMORACIÓN DEL DESEO                   por Basilio Martínez

Algunos dirán que la falaz belleza creada por la penumbra no es la belleza auténtica(…) creamos belleza haciendo nacer sombras en lugares que en sí mismos son insignificantes(…) lo bello no es una sustancia en sí sino tan solo un dibujo de sombras, un juego de claroscuros producido por la yuxtaposición de diferentes sustancias(…) la belleza pierde su existencia si se le suprimen los efectos de la sombra.                  Tanizaki. El elogio de la sombra.

            La fuerza sustantiva en el verso, la referencia directa a nuestras emociones e indirecta a poemas mayores, la expresividad como resultado de un proceso de volver; más no de retorno geométrico sobre el plano, sino de volver sobre sí la mirada: descarnada voz, alteridad sistemática, novo aliento superpuesto a la trágica determinación que la precede y la produce.
El deseo postergado de Mario Bojórquez (Los Mochis, Sin., 1968), es un libro que refleja formas y momentos complejos de la existencia. Es una representación poética de un tema -  el deseo/la postergación – de forma, existencial, circular.
Círculos-emociones concéntricos que se superponen. Si el deseo – o mejor dicho – cuando el deseo, se satisface, en ese acto se agota, pero al invocarlo, aún no satisfecho es otro, distinto del que se rememora. El deseo sólo tiene lugar una vez, como describiera Derrida en su Schibboleth. Para Paul Celan: (…) esta vez es pues a la vez at the same time, al mismo tiempo la primera y la última vez.
Casida de la Postergación(1999)
Nos acerca a los ojos el fruto apetecido/la codiciosa boca se hace agua/y nuestro corazón Tántalo ardiente,/estira fallo el cuello/y la sed lo consume.
Querella(2007)
Dices que el amor es una fruta artera/una pulpa de sangre en boca codiciosa/que es mentira que alegra corazones de sapo/en lluvias prisioneras
Circular porque ello representa alianza, aniversario y retorno. Cada deseo es único, aún si retornare. Es primero y; en sí mismo, último. Y si con posterioridad es referido, al retornar al punto de origen en esa invocación, en esa referencia ya es otro. El deseo postergado en la Gacela en el Diván, la postergación en la Casida en el Diván, es otra, distinta de la que hoy nos ocupa. Su retorno en la memoria, en el canto, sugiere confusión, pero distinto es el deseo memorado, del otro, del deseo memorante.
La construcción del libro es sistemática, por etapas, como se instaura un proceso ¿acaso como se configura el deseo/la postergación? De esa misma forma la sustancia y los versos se combinan para impactar de tajo la espinilla del tronco, para estremecerlo hasta la raíz:
Canto (2007)
Me pongo a recordar muelles del aire (11) donde atracó la sombra de otro tiempo(11)/Me pongo a recordar y digo(9)/siete palabras sin brillo(8) de cosecha para tu cruel memoria(11)…
Autos (2007)
Te detienes para observar en círculo tu condición primera(19)/eres tu y tu perfume en la soleada soledad de tus andrajos(19)/y más allá de ti la sombra alargada de la tarde en tu cuerpo(19)…
Así también se regresa a una motivación, más que a un tema recurrente en la poesía de Bojórquez: La Sombra. Y con ella a la alteridad, a la otredad, a una cabalgata constante y sonora con jinetes de otro sitio de otros versos, los referidos en sus epígrafes: Francisco Cervantes, Eduardo Lizalde, Abigael Bohórquez, Edgar Amador y Antoni Marí. Y los que resuenan en su canto y contracanto: Paul Celan, Kavafis y aquellos otros que sin saberlo están allí.
Adenda(2007)
Como si aquel que fui/se desdoblara y no/no fuera yo sino otro/el que surcó estos aires/con su proa de vidrio/el que surcó y zarpó/para enfrentar sin ojos/-ojos desdibujados-/una tenue memoria.

Si como Jose Angel Valente sostuvo la palabra es testimonio, es el único acompañante a aquello que se vive, a la experiencia estética, las palabras son también el Virgilio que nos muestra caminos ajenos, resonancias de otros que han bajado a ese sitio donde se construye la existencia, sitio del que siempre emerge el poeta, pero sólo con los vestigios de lo vivido, con las palabras que le quedan de aquel viaje, con el deseo – intuyo – de describir lo que con palabras no se alcanza. Momentos privilegiados en los que sobre la escritura desciende en verdad la palabra y se hace cuerpo, materia de la encarnación.
Sólo me resta agregar que la transfiguración de la palabra, la memoria, la expresividad como resultado de un proceso de volver; más no de retorno geométrico sobre el plano, sino de volver de más allá de lo material, de ese centro que deja una leve estela de palabras y que otros llaman sombra, es el sitio donde la flor nace. Cómo lo describiera el poeta palestino:
Sombría será la noche… escasas las rosas./(…)/una herida nos caerá encima,(…)/sombra para que disminuya la sombra…/pero yo seguiré el curso del canto aunque escaseen las rosas. Mahmud Darwish. Menos Rosas.                                                                           
                                                                                             Mexicali, B.C. a 16 de mayo de 2008.       

El deseo postergado, Premio Alhambra de Poesía Americana 2012 y Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, 2007
Prólogo

Conjuro y Salvación
Una lectura de Ese Oscuro Dolor

            Si tuviese que indicar un punto de partida sobre una línea a la que llamásemos  <<lectura de un poema>> y contáramos con la percepción – sea esta intuitiva o sensible – y el intelecto, como instrumentos para medir el desplazamiento desde el punto dado hasta otro punto, que podría ser: <<adecuada>>; o bien <<inadecuada>>; diría que la ubicación de ese punto inicial, contiene mucho de arbitraria; toda vez que estimo que un poema <<auténtico>> no puede ser leído de una sola forma y; mucho menos, adecuada e inadecuadamente. Una lectura o interpretación no puede agotarlo; sin embargo, sí  me parece que existen lecturas que desvelan un sentido más cercano que el que otras otorgan al acto poético. Pero ello sólo puede constatarse una vez que el ejercicio de lectura y asimilación del poema ha concluido e iniciado el de decir o escribir el sentido. El poema es remanente de una experiencia; pero, entidad conformada. Por palabras contenedor y; de forma simultánea, por palabras, único testimonio para acudir a aquello que contiene.
            Una lectura es aproximación y no co-incidencia, entendida esta última como acaecimiento de dos cosas en un mismo lugar y tiempo. El poema se conforma en un momento concreto y, durante dicho acto de conformación a través de la palabra, es cuando lo que se dice o se escribe es poblado por el sentido, no antes. Digamos que al escribir se inventa. Se inventa aquello que no existe. Esto es lo que tengo por acto poético; y así, su resultado es lo que llamo poema <<auténtico>>. De este modo el poema se vuelve real en un momento previo a aquel en que un lector se hace del mismo; pero paradójicamente es este poema como entidad, el único vehículo que permitirá un acercamiento a aquello experimentado por el autor y; además, será causa de una vivencia distinta a aquella que le dio origen; y no por ello, menos <<perceptible>> por quien leyendo la experimenta. El poema entonces, es esa realidad que conteniendo los elementos que le dieron origen – como el agua – adquiere el color del recipiente que la contiene; en este caso, del lector que lo posee.
            No es este un argumento que pretenda descalificar un trabajo de lectura o interpretación del poema, por el contrario, es muy importante la tarea de leer y releer para después decir y escribir lo leído, buscando la aproximación a lo que he referido como sentido auténtico del poema y así del acto poético. Porque de esa forma se pueden ir alcanzando lecturas cada vez más vastas. Afirmar que la imposibilidad de desentrañar el sentido es razón suficiente para no intentarlo, porque estamos predestinados a no lograrlo, sería una apostura muy pobre; ya que nos privaría de la posibilidad de conocer perspectivas sobre el poema. Pero sobre todo, porque impediría el establecimiento de un distancia crítica – no sólo del lector sino del propio autor – del texto que impida caer en la autocomplacencia. Situación ésta última que resulta estéril y rehúye un proceso de exploración de un mundo material y emocional asimilable al menos de forma parcial. El poema es un ejercicio que posee intencionalidad de captar y fijar la experiencia a través del lenguaje. Ello exige capacidad crítica, del que escribe para constatar si ha logrado la fijación de la experiencia sensible y del que lee para acudir al sentido contenido en el mismo.
            Con apoyo en lo anterior, quiero proponer una lectura del poema <<Ese Oscuro Dolor>> de Lauro Acevedo; la cual no agota ni desentraña el sentido último del poema, pero permite enunciar algunos elementos para la aproximación al texto.
            El título anuncia una carga concreta de valor negativo, al ser esas las palabras que lo conforman: la oscuridad y el dolor; sin embargo, al ser un período sin conjunción el dolor adquiere tonalidad, lo cual nos permite incorporarlo al plano visual como elemento a ser considerado en el resto del poema. El epígrafe también contribuye a esta valoración, pero va todavía más lejos, habla del acto simbólico – el conjuro – que pretende dar fin al dolor y, de cómo aún en presencia de estos actos la luz se agota, se extingue, dejándonos en el frío “A pesar de todos los conjuros (…)”. Lo que me interesa destacar del epígrafe es precisamente <<el cómo>> la oscuridad llega aún a pesar de todos los esfuerzos simbólicos y reales que se hagan. Un conjuro es justamente eso: un acto simbólico en el que colocamos nuestra angustia y asumimos que una vez pronunciado, una vez llevado a cabo dicho acto simbólico; aquello que nos causa daño, que nos hiere, la causa misma de la angustia, desaparecerá. El poema se erige como conjuro, acto que se celebrará para tratar de cerrar la herida; pero existe una premonición incluso a pesar de ello, el frío hará presa de nosotros. Certeza amarga del mago que superado por una fuerza más contundente que su poder, aferra su fe a la única capacidad que sabe que posee: su magia. Se eleva una plegaria en ruinas.
            El primer verso, “Al final del horizonte” es una ineludible referencia a lo inalcanzable, el horizonte implica en sí mismo distancia. Para mantener su condición de horizonte debe siempre haber distancia, doblemente imposible al ser <<al final>> no como objetivo sino como referencia de finitud. No se trata de la superficie tanto como de la profundidad que se abre, de la brecha oscura, lo inasible.
            El sol, como opuesto a la oscuridad, como casa; pero casa que en un plano evocativo se materializa, se vuelve hogar pero en llamas se consume. Hay una puerta, umbral que nos permitirá ver que hay en el interior de la casa, pero es sinónimo de lamento, también arde, se consume motivo de su propio ser, de su esplendor. Fascinación y confusión. El ojo testigo del esplendor ahora acude de forma involuntaria e inevitable a la ausencia, la pérdida del mismo.
            Es a partir del segundo fragmento donde se confirma la existencia de dos planos que continuamente y por el resto del poema alternarán “(…) nos deja el día/ como un amante/ exhaustos/ encendidos en la última caricia/ asidos al reciente dolor (…)”. Ausencia a partir de un acto finito, la conclusión del esplendor del día, acto que permite la presencia evocativa y metafórica del amante que como tal termina un acto que os deja agotados y al tiempo ardiendo, pero como ya hemos señalado: el fuego como plenitud y acto que consume y de nuevo nos lleva a la herida, resultado de lo que se ha consumido.
            La relación entre los elementos que se encuentran en un plano que podría denominarse <<inmediato>> o <<físico>>, tal como la percepción que se tiene del día, del sol en plenitud que decae, se vuelve atardecer hasta que se extingue, el plano <<imaginativo>> en el que se permite la equiparación del sol como una casa, marca la línea de un tercer plano: <<el poema mismo>>, alternando con la referencia al sol como estrella luminosa o bien como la casa.
            El sol-casa se ha ido, ahora la ausencia-oscuridad reina…en el interior una mesa que vibra y cristales que aún recuerdan restos de luz.
            Aún así la carga emotiva predomina, en el exterior: hay remolinos de arena que se extinguen, mejor, dicha arena que es derrumbada: “(…) luego? cae/ derruida/ por el silencio (…)”, y la ausencia de voz es quien emerge, es decir el silencio que además es oscuro, es líquido y como tal cala los huesos, es soledad “(…) un invierno/ sin el calor/ de la amorosa presencia (…)” y en ese espacio hueco en el cual la presencia toma forma, pero inmaterial, es fantasma o bruma. La presencia en plano evocativo, esa falta del ser amado que transcurre durante el poema, es la expresión de una memoria que no puede restituir las cosas a su estado originario, pero que intenta salvarlas de algún modo, es el conjuro, un tiempo en ruinas; porque el único tiempo en plenitud fue aquel que ya se ha ido, aquél en el que se contaba con la presencia corpórea del otro.
            Pero eventualmente el yo poético comienza a adquirir conciencia de sí, de que aún hay vida dentro de esa desolación y de que él mismo la constituye: “Se escucha de cerca/ bajo la arena/ la música roja/ del corazón (…) y así en medio de las ruinas se comienza una nueva edificación, se construye de nuevo y el silencio se interrumpe: “El caracol trae/ otra vez/ el eco de la casa (…)” esa casa que envuelta en la oscuridad y silencio conservó aunque fragmentariamente luz, incubó en su interior hasta que se rasgó la tela del sonido, el germen que traerá el nuevo amanecer y en la casa hay sonido aunque sea sólo un eco, ya no hay silencio.
            Esta nueva conformación no es la restitución de aquello perdido, es la esperanza de un nuevo comienzo, pero con elementos distintos que quizá sólo conservan algo de lo perdido, no hay certeza total de lo que habrá de venir, hay ambigüedad, no así oscuridad. No hay algo cierto, pero el oscuro absoluto, el silencio total tampoco están ya presentes, queda la posibilidad de volver al dolor, a las ruinas, al polvo o quizá a una forma distinta de ruinas: <<Las de la espera>>, pero que no implica pérdida tanto como añoranza de que <<algo>> suceda.

Basilio A. Martínez Villa

Salamanca, España a 31 de mayo de 2002.

En ACEVEDO. Lauro, Ese Oscuro Dolor (2002) Ediciones Odra. México.

lunes, 3 de diciembre de 2012

el tritón elige su caracol sonoro/ y la sirena blanca va a ver el sol…sus manos toman para sus bocas rojas/ las frescas bayas altas que el sátiro codicia…

…rostro que habitas mis sueños de anfibio
¿podría alguien tener más fe que la mía?
Basilio Martínez: Invocación Segunda en Náufrago de Tierra (2002).
 
Licofronte, Claudiano y el gramático bizantino Juan Tzetzes han mencionado alguna vez los ictiocentauros; otra referencia a ellos no hay en los textos clásicos. Podemos traducir ictiocentatauros por centauro-peces; la palabra se aplicó a seres que los mitólogos han llamado también centauro-tritones. Su representación abunda en la escultura romana y helenística. De la cintura arriba son hombres, de la cintura abajo son peces, y tienen patas delanteras de caballo o de león. Su lugar está en el cortejo de las divinidades marinas, junto a los hipocampos.
Jorge Luis Borges: Manual de zoología fantástica. Entrada: Ictiocentauros.

Neptuno en su carro de oro -joven, vestido como militar romano y con el brazo izquierdo extendido para arrojar el tridente hecho por Vulcano-, arrastrado por parejas de híbridos zoomórficos, en este caso, hipocampos de dos patas dorados y blancos. Detrás le acompaña Eolo, desnudo y haciendo sonar su caracola.
Manuel Moleiro Editor.

Todas las cosas las timonea el rayo...