martes, 16 de abril de 2013

Escribir no decir...


D

eber…
<<Sin tener facilidad para elaborar discursos y no manejar la oratoria o algún dominio de la retórica. Deseo agradecer a los administradores la generosidad de Alfred Nobel por este premio.
Ningún escritor que conozca a los grandes escritores quienes no recibieron el Premio puede aceptarlo sino con humildad. No es necesario listar a estos escritores. Cada uno aquí podrá hacer su propia lista, de acuerdo a su conocimiento y a su conciencia.
Sería imposible para mí solicitar al embajador de mi país leyere un discurso en el que un escritor dijo todas las cosas que están en su corazón. Las cosas podrían no ser discernibles inmediatamente en lo que un hombre escribe, y en ello, algunas veces se es afortunado, pero eventualmente se vuelven bastante claras y por ello y el grado de alquimia que posea perdurará o será olvidado.
Escribir, en el mejor de los casos es una vida solitaria. Las organizaciones de escritores mitigan la soledad del escritor pero dudo si mejoran su escritura. Crece en estatura pública mientras derrama su soledad y frecuentemente su trabajo se deteriora. Toda vez que hace su trabajo sólo y si es un escritor suficientemente bueno debe enfrentar la eternidad, o la ausencia de ella, cada día.
Para un verdadero escritor cada libro debe ser un nuevo comienzo en el que intenta de nueva cuenta algo que está más allá de lo asequible. Debe intentar siempre algo que no haya sido antes hecho o que otros hayan intentado y fallado. Entonces algunas veces, con mucha suerte, tendrá éxito.
Qué sencilla sería la escritura literaria si sólo fuese necesario escribir de otra manera algo que ha sido bien escrito. Es debido a que hemos tenido estos grandes escritores en el pasado que un escritor es dirigido más allá de donde pueda ir, allá donde no puedan ayudarle.
He hablado demasiado para un escritor. Un escritor debe escribir lo que debe decir y no hablarlo. De nuevo les doy gracias. >>

Ernest Hemingway: Discurso del Banquete 1954.
Traducción: Basilio A. Martínez Villa.



domingo, 7 de abril de 2013

ELEVADA ENCOMIENDA...


UNA ENCOMIENDA ELEVADA...



Estimado profesor:

Él deberá aprender que no todos los hombres son justos, no todos son sinceros. Pero enséñele también que por cada bribón hay un héroe, que por cada político egoísta hay también un líder generoso.

Enséñele que por cada enemigo habrá también un amigo. Tomará tiempo, lo sé, largo tiempo, pero enséñele, si le es posible, que vale más un dólar ganado que cinco encontrados.
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Enséñele a aprender a perder, pero también a saber disfrutar de la victoria. Apártelo de la envidia, si le es posible, enséñele el secreto de la risa silenciosa.

Enséñele, si le es posible, la maravilla de los libros. Pero también dele la tranquilidad para que se maraville del eterno misterio de los pájaros en el cielo, las abejas al sol, las flores en la pradera.

En la escuela, enséñele que es mucho más honorable reprobar que hacer trampa.

Enséñele a ser amable con la gente amable y duro con los duros.

Enséñele a escuchar a todos los hombres…pero enséñele también a filtrar todo lo que escucha a través del manto de la verdad y tomar sólo aquello bueno que lo atraviese.

Enséñele, si le es posible, como reír cuando esté triste. Enséñele que no hay vergüenza en la lágrima.

Enséñele a ofertar su fuerza física y su cerebro al mejor postor, pero a nunca poner precio a su corazón y a su alma.

Enséñele amablemente pero no lo consienta, porque sólo el fuego forja al acero fino.

Enséñele siempre a tener fe sublime en sí mismo porque así él tendrá algo de fe sublime en la humanidad.

Éstas son encomiendas elevadas, pero vea lo que puede hacer.
Es tan buen muchacho, mi hijo…



Abraham Lincoln: Carta al Profesor de su hijo. (1830)
Traducción: Basilio A. Martínez Villa.